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lunes, julio 11, 2011

Perlas de Cassis, consejos sentimentales y Rosa Dior


En copas de cóctel, un trago creado para la ocasión: vodka polaco con hierbas, jugo de manzana y perlas de Cassis. Una banda de jazz ambiental. Un puesto de golosinas artesanales que se hicieron desear hasta el final de la velada. Un centenar de libros de lujo de temas como gatos, arte, belleza, cocina, fotografía, diseño... Noches atrás, en el bar Le Dôme del hotel Four Seasons se festejaba algo: la inauguración de su biblioteca, en sintonía con la designación de Buenos Aires como Capital Mundial del Libro 2011 realizada por la Unesco. Aunque una fiesta no sea el mejor ambiente para leer, el actor Lito Cruz y su mujer, la actriz María Dutil, demostraron que de todas formas es posible, concentrándose por un rato en un libro sobre Andy Warhol. O tal vez estaban actuando.

A unos pasos, el galeristaIgnacio Gutiérrez Zaldívar se entusiasmaba con la oferta bibliotecaria, en su mayoría de la editorial Océano, y de paso, ofrecía libros publicados por él.

El resto de los invitados, entre otros la artista-zapatera Dalila Puzzovio; la conductora Cecilia Zuberbühler; la ex modelo Teresa Calandra y su hijo Diego Balut, se saludaban, investigaban las tapas de los libros y la edición limitada de instrumentos de escritura de Montblanc, que también se presentaba. Y sólo unos pocos iniciados interceptaban a un joven elegante para pedirle consejos amorosos: casi en secreto, y únicamente para los que lo reconocen por su oculto álter ego Doctor Love, da consejos infalibles.

Justo cuando alguien estaba hojeando el libro Forever glamour, de la británica Caroline Cox, donde se develan los trucos de belleza de algunas divas internacionales, ahí asomaron por el bar las actrices Griselda Siciliani y Carla Peterson, más frescas y radiantes que cualquier otro invitado, aunque venían de largas grabaciones televisivas. Con el correr de los minutos, su truco de belleza fue transmitiéndose de boca en boca y pasó a ser un secreto a voces: su esplendor se debía a que les habían prestado una habitación del hotel. Las chicas mandaron a planchar su ropa, se cambiaron, peinaron, maquillaron y perfumaron un minuto antes de entrar. No cualquiera...
Fuente: La Nación

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